PARCIAL

Sami se levantó ese día como de costumbre, recordando lo desdichada que era su vida, pensando en aquel hombre, que le dio tanta alegría, y, a la vez tantas penas. Pensaba en lo miserable de su alma e intentaba recordar la última vez que fue verdaderamente feliz, sin que su felicidad dependiera de tan oscuro personaje, al que ella le entregó su amor.

Empieza a observar detenidamente su cuarto, lo primero que ve es la botella de vino, y una copa al lado, decide pasar con vino los amargos recuerdos. Después de 2 tragos continua con la observación, se detiene en aquella foto, que la llena de melancolía y tristeza, mientras mira fijamente el retrato se bebe la copa de vino por completo. Se sirve más. Su mente se va llenando de recuerdos mientras que sus ojos se atiborran de lágrimas, pero… de que sirve llorar?  Para que? Nadie va a devolverle la felicidad con una varita al ver que la tristeza la invade tanto, que tiene que empezar a sacarla en forma de lágrimas.

Mira hacia la ventana, piensa en lo agradable que seria poder volar, en lo fácil que sería escapar a tiempo de los inconvenientes, antes de que se conviertan en problemas. Sigue mirando hacia la ventana, hasta que la luz le cansa los ojos y los cierra. Baja la mirada. Y cuando abre los ojos, lo primero que ve es unos cd´s de tango, específicamente de Gardel. Su mente empieza a divagar y recordar la letra de algunos de esos tangos que tanto le gusta escuchar. Y decide ponerlos en su pequeño equipo de sonido, al empezar a escuchar esa dulce melodía que la invade y que va recorriendo todo su cuerpo, lo siente en cada centímetro de sus venas y de su piel, como el amor que alguna vez la inundo…

Al girar la mirada otra vez hacia el retrato, siente aun mas melancolía, y decide pasarla con vino, ya van dos copas. El tango invade su cuerpo como ninguna otra noche, esta noche es diferente, la música se escucha diferente, como si Sami cargara una daga en su corazón que cada que respira la lastima aun mas y siente que se va desangrando lentamente hasta quedar sin ganas de seguir viviendo. Es como si ese retrato le absorbiera la vida.

Justo antes de acabar la botella de vino hace una profunda reflexión de su vida, de cómo fue y de los problemas irremediables que un solo ser le causó a toda su existencia. Observa unas pequeñas tijeras que tiene en un cajón abierto, por su mente pasan muchas cosas, pero toma la decisión de ejecutar la primera… empieza a atravesar su piel muy lentamente hasta ver ese color que tanto le gusta de el vino, y, aunque se asusta un poco no para, al contrario, lo hace con más ganas. Cuando por fin empieza a sentirse débil y  sentir muchas ganas de dormir se da cuenta de que ese estado en que se encontraba, en el que solo pensaba en ella, era el mejor momento que había tenido en su vida, sin tristeza, sin alegría, solo existía ella.